lunes, 5 de diciembre de 2011

Amazonas peruano (I): De Lima a Pucallpa.

Siempre todo para el final, son las 10 de la mañana, nuestro autobús sale a las 14:30h, a las 13h hay que salir de casa para llegar con tiempo y la mochila sigue por hacer:

9 días de viaje:
  • 1 polo de manga larga (Aunque hará calor habrá mosquitos).
  • 4 polos de manga corta.
  • 1 pantalón largo.
  • 2 pantalones cortos.
  • 1 polar.
  • Ropa interior.
  • Chanclas.
  • Toalla y bañador.
  • Loción antimosquitos y botiquín básico para emergencias.



Se hace la 1 de la tarde y Claudio (Alemania) ya está nervioso, Melissa (Perú) acaba de llegar e Israel (México) no llega. Tomamos el taxi que nos lleva a “la Victoria” para tomar el bus. Allí nos reunimos con Kike (Alemania) siempre cámara en mano, Will (EEUU), Käthe (Alemania) y Carolin (Alemania). El bus sale pasadas las 14:30h de la tarde con destino a Pucallpa. Salir de Lima parece una misión imposible como siempre, después empezamos a trepar por los pies de los gigantes de piedra, los Andes. Moles rocosas que se alzan a ambos lados de la carretera, curvas vertiginosas, adelantamientos indebidos y para amenizar se pone a llover.
Adelantamiento cruzando los Andes. Foto: David Alcora.

Cruzamos por el paso montañoso del Ticlio a 4.818 m de altitud, rodeados por cumbres nevadas y empieza el descenso a la vez que la luz también cae, todo se vuelve oscuridad salvo por los pequeños pueblitos que vamos cruzando que nos alumbran con tenue luz.

Pasan largas las horas en el bus, es prácticamente imposible dormir pues hay un par de niños pequeños que compiten a ver quién tiene el lloro más agudo e irritante. Parece que ya hemos entrado en la selva pues, pese a la oscuridad, se vislumbra la frondosidad a ambos lados de la vía. Morfeo me busca y caigo en sus brazos.

De pronto se prenden las luces y un chico joven vestido de negro, protegido con botas militares y chaleco antibalas, irrumpe en el pasillo del autobús. Lo peor no es su vestimenta sino su escopeta que parece que mide más de 2 metros. Y empieza a hablar:

                “Buenas noches señores pasajeros, disculpen las molestias señores pasajeros. Estoy aquí señores pasajeros en nombre del comité de autodefensa, señores pasajeros. Estamos aquí señores pasajeros para protegerles. Como ustedes saben señores pasajeros, esta zona es bastante peligrosa y sufre de asaltos, por tanto llevamos ya un par de horas acompañándolos. Señores pasajeros, para que su travesía sea de lo más segura y no sufran altercado alguno. Por ello que rogamos de su colaboración pues estamos realizando la labor que la policía no quiere realizar, de manera voluntaria, señores pasajeros. Por ello que rogamos de su colaboración señores pasajeros.”

Cada vez que el joven decía las palabras “señores pasajeros” el nivel de nerviosismo de mi cuerpo aumentaba un grado. En realidad no entendía muy bien qué estaba pasando, ¿”comité de autodefensa”?, ¿es la nueva manera que tienen los terroristas de “autollamarse”?. Al acabar de hablar pasó, tal monaguillo en la iglesia, a recoger la voluntad de los “señores pasajeros”. Rápidamente saqué un par de monedas y se las deposité en la mano. Con un rifle así a ver quién le negaba un par de soles. Se supone que él estaba ahí para que estuviésemos más tranquilos, pero el hecho era que su presencia me había puesto nervioso, muy nervioso.

Al rato ya parecía que la cosa se había calmado e intenté dormir, pero fue imposible. La luz del sol empezaba a asomar, ya estábamos llegando a Pucallpa. Nada más bajar del bus ya notamos el cambio de temperatura, pese a ser las 7 de la mañana ya hacía calor, aunque no sería nada comparado con lo que nos esperaba. Al bajar conocí a Pierre y a Bejamin (Francia), que habían viajado con nosotros todo el trayecto pero no había tenido oportunidad de ser presentado. Como moscas a la miel estaban los mototaxistas esperándonos en la puerta de la estación de buses y siendo un número tan grande de “gringos” fue fácil embaucarnos y caer en su juego pagando a precio de turista (3 veces más) aquello que con un poco de paciencia y determinación nos hubiera costado mucho menos.

El Tuky, nuestra casa flotante en los próximos 6 días. Foto: Dana Peterson.
Fuimos en busca de un barco que nos llevase a Iquitos y llegamos al TUKY. Hablamos con el capitán y nos aseguró que saldría en la mañana siguiente, como a las 6 de la mañana. De ahí nos dirigimos a comprar las hamacas para el viaje, pues como es costumbre en este trayecto se duerme en hamacas colgadas del techo. A las 9 de la mañana, con un calor insoportable ya, estábamos “desayunando” un buen plato de comida típica de la selva de Pucallpa acompañado de una refrescante cerveza.

Nos juntamos con Kalyn y Dana (EEUU) en la plaza de armas, pues ellas llegaban directas en avión desde Lima. Y “hueveando”, como dicen aquí en Perú, nos pasamos el resto del d-a. También llegó algo más tarde Camille (Francia). Ya estábamos el grupo completo. Pasamos el día y compramos bebida para por la noche. La fiesta a bordo asegurada así que no entraré en más detalles. Primera noche que dormíamos en las hamacas del barco, pues supuestamente salíamos a la mañana siguiente, aunque esto último sería más complicado de lo que pensábamos.

Interior del barco con nuestras hamacas colgadas. Foto: Käthe Karacho.


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3 comentarios:

  1. David ¿nervioso, muy nervioso? jaja pero si sólo debió ser una bazuquita, yo sí que le negaba los soles...al fin y al cabo era voluntario, no? y un sol son diez panes en la selva ;)...Apúrate con la segunda parte que ya no tienes carga académica!

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  2. Te has olvidado de kike :), y sí, ya apúrate con la segunda parte.

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  3. buahhh... vaya fallo... perdona Kike!!! ahora ya está arreglado!! es que éramos muchos ;)

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