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Vista de Aguas Calientes. |
En el siguiente mapa se muestra la ruta que seguimos desde Aguas Calientes (A), pasando por la central hidroeléctrica (B), Santa Teresa (C) y por último Santa María (D), desde donde ya tomamos un bus grande de regreso a Cuzco.
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Israel, arriesgando su vida para salir en la foto. |
No hace sol, de hecho chispea un poco, así que la caminata
es agradable y el paisaje inmejorable. Pasamos al costado de una catarata gigante que nace de una gruta en la montaña, se me ponen los pelos de punta al pensar en cómo podría ser la experiencia de surcar, con una barca, el enfurecido río por el interior de la oscura montaña.
A hora y media caminando desde la
central encontramos el derrumbe, en este caso no era un alud de lodo como la
otra vez, se habían desprendido unas cuantas rocas de un tamaño considerable,
seguramente se demorarían varios días en apartar las rocas.
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La montaña escupe con furia una tremenda, caudalosa y ruidosa cascada. |
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Israel evalúa los daños del derrumbe causante de nuestra demora. |
Andamos un par de centenares de metros y encontramos un par de taxis dispuestos a llevarnos a Santa María por 12 soles por persona. Es un precio razonable y nos montamos, pero a los 15 minutos volvemos a detenernos. La mala suerte nos persigue, ahora hay un camión que se ha quedado atravesado en una curva, no va ni para delante ni para detrás. Parece que tenemos otra piedra en el camino, espero no tengamos que rodar y rodar.
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Camión obstaculizando nuestro paso totalmente cruzado en la calzada. |
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No somos los únicos perjudicados, en el otro lado esperan una docena de personas a tener paso. |
Esperamos y esperamos, parece que nunca vamos a salir de
allí. Al final no aguantamos la espera, el camión sigue atrancado y no va a
mover, así que tomamos nuestras cosas y cruzamos a pie para encontrar al otro
lado dos taxis que por fin nos lleven a Santa María.
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Dos niños jugando en la calle a nuestro paso por Santa Teresa. |
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Cruzando a toda leche un riachuelo que cruza la calzada. |
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Vista de la sinuosa carretera que cruza la ladera de la montaña al borde de un enorme precipicio. |
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Señal de advertencia de "camino sinuoso". |
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Al borde del precipicio, al costado de un muro vertical de roca y tratando de adelantar al camión cargado con troncos. |
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Una obra nos detiene unos minutos, pero afortunadamente podemos continuar la marcha sin problemas. |
Por fin llegamos a Santa María. ¿30 soles por ir a Cuzco? ¡Ni de coña! Si vinimos por s/10 nos iremos por 10, pero para eso tenemos que esperar unas cuantas horas a que vengan los buses grandes. Una amable señora nos aconseja que no compremos el billete, si no que negociemos directamente con el chófer así nos saldría más barato.
Como no había nada que hacer e íbamos a ahorrar bastante
dinero por esperar a los otros buses, decidimos gastarnos la diferencia en
chela (cerveza) y así pasar la tarde platicando (hablando) y resolviendo el
mundo (como siempre que aparece una conversación interesante). Alrededor de las
10 de la noche empiezan a pasar esporádicamente los buses. Nos han dicho que
dejemos pasar los dos primeros, que son más caros, y que empecemos a preguntar
al resto. La conversación es interesante y las cervezas van cayendo una tras
otra, sin darnos cuenta nos estamos agarrando una buena. No sé si es causa del
alcohol pero nuestro amigo alemán empieza a hablarnos con poco respeto, menos
mal que somos gente pacífica e ignoramos su mal humor. Sería la primera disputa
con él en el viaje, pero vendrían bastantes más. Sobre las 11 de la noche tomamos un bus que, la verdad,
estaban los asientos en condiciones precarias, bueno, el bus en general estaba
bastante sucio y con un olor repugnante. Pese a que íbamos algo contentillos no
fue suficiente para que consiguiéramos conciliar el sueño, y el viaje de 6
horas se hizo eterno.
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Interior del bus de regreso a Cuzco. La imagen no es muy buena, pero capta la oscuridad que había dentro del vehículo, solamente rota por las espontaneas luces de los coches que nos cruzábamos. |
Llegamos a Cuzco sobre las cuatro de la madrugada y regresamos a nuestro hostal, donde 3 días antes habíamos dejado nuestras mochilas, para pedir alojamiento. A poder ser a mitad de precio, por la hora que era. A pesar de lo avanzada que estaba la noche y el cansancio acumulado, me cuesta bastante dormir. Mañana tenemos que partir hacia el lago Titicaca, la aventura continúa…
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Ni el Dakar es tan extremo como ese par de taxistas al borde del precipicio. Somos unos campeones.
ResponderEliminarAlucinante!!!!!!!!!!!!!!!!!
ResponderEliminarEl ministerio de obras publicas y urbanismo ¿.....onde anda ?