lunes, 12 de marzo de 2012

Rumbo al sur (V): De vuelta a Cuzco.

DESANDAR EL CAMINO.

Vista de Aguas Calientes. 
A pesar de haber dormido casi 9 horas mi cuerpo sigue engarrotado. Esperamos para estar todo el grupo: los alemanes, los colombianos, el malayo, el mexicano y yo, para salir en dirección de vuelta a Hidroeléctrica. La verdad que, pese al cansancio acumulado del día anterior, caminar por este paraje, por encima de las vías del tren, es fantástico. Al ser ahora cuesta abajo solamente empleamos una hora y media en llegar a la central, pero aquí comienzan de nuevo los problemas.

En el siguiente mapa se muestra la ruta que seguimos desde Aguas Calientes (A), pasando por la central hidroeléctrica (B), Santa Teresa (C) y por último Santa María (D), desde donde ya tomamos un bus grande de regreso a Cuzco.


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Israel, arriesgando su vida para salir en la foto.
Otro derrumbe, ahora entre la central hidroeléctrica y Santa Teresa, y no hay carros que nos puedan llevar, hay que continuar la marcha caminando. A nuestro grupo se unen una pareja formada por una colombiana y un francés. 

Vista del precioso paisaje que nos rodeaba.
De camino a Santa Teresa a las faldas de Machu Picchu.
No hace sol, de hecho chispea un poco, así que la caminata es agradable y el paisaje inmejorable.  Pasamos al costado de una catarata gigante que nace de una gruta en la montaña, se me ponen los pelos de punta al pensar en cómo podría ser la experiencia de surcar, con una barca, el enfurecido río por el interior de la oscura montaña.

La montaña escupe con furia una tremenda,
caudalosa y ruidosa cascada.

A hora y media caminando desde la central encontramos el derrumbe, en este caso no era un alud de lodo como la otra vez, se habían desprendido unas cuantas rocas de un tamaño considerable, seguramente se demorarían varios días en apartar las rocas.

Israel evalúa los daños del derrumbe causante de nuestra demora.

Andamos un par de centenares de metros y encontramos un par de taxis dispuestos a llevarnos a Santa María por 12 soles por persona. Es un precio razonable y nos montamos, pero a los 15 minutos volvemos a detenernos. La mala suerte nos persigue, ahora hay un camión que se ha quedado atravesado en una curva, no va ni para delante ni para detrás. Parece que tenemos otra piedra en el camino, espero no tengamos que rodar y rodar.

Camión obstaculizando nuestro paso totalmente cruzado en la calzada.
No somos los únicos perjudicados, en el otro lado esperan una docena
de personas a tener paso.
Esperamos y esperamos, parece que nunca vamos a salir de allí. Al final no aguantamos la espera, el camión sigue atrancado y no va a mover, así que tomamos nuestras cosas y cruzamos a pie para encontrar al otro lado dos taxis que por fin nos lleven a Santa María.

Dos niños jugando en la calle a nuestro paso por Santa Teresa.

Uouhh!!! Antes íbamos muy lentos y ahora parece que volamos, estos nuevos taxistas tienen mucha prisa, parece un rallye, la pista está llena de barro y vamos bordeando un precipicio. Perfecto, los huevos en la garganta.

Cruzando a toda leche un riachuelo que cruza la calzada.
Vista de la sinuosa carretera que cruza la ladera de la montaña al
borde de un enorme precipicio.
Señal de advertencia de "camino sinuoso".
Al borde del precipicio, al costado de un muro vertical de roca y
tratando de adelantar al camión cargado con troncos.
Una obra nos detiene unos minutos, pero afortunadamente podemos
continuar la marcha sin problemas.

Por fin llegamos a Santa María. ¿30 soles por ir a Cuzco? ¡Ni de coña! Si vinimos por s/10 nos iremos por 10, pero para eso tenemos que esperar unas cuantas horas a que vengan los buses grandes. Una amable señora nos aconseja que no compremos el billete, si no que negociemos directamente con el chófer así nos saldría más barato.

Como no había nada que hacer e íbamos a ahorrar bastante dinero por esperar a los otros buses, decidimos gastarnos la diferencia en chela (cerveza) y así pasar la tarde platicando (hablando) y resolviendo el mundo (como siempre que aparece una conversación interesante). Alrededor de las 10 de la noche empiezan a pasar esporádicamente los buses. Nos han dicho que dejemos pasar los dos primeros, que son más caros, y que empecemos a preguntar al resto. La conversación es interesante y las cervezas van cayendo una tras otra, sin darnos cuenta nos estamos agarrando una buena. No sé si es causa del alcohol pero nuestro amigo alemán empieza a hablarnos con poco respeto, menos mal que somos gente pacífica e ignoramos su mal humor. Sería la primera disputa con él en el viaje, pero vendrían bastantes más. Sobre las 11 de la noche tomamos un bus que, la verdad, estaban los asientos en condiciones precarias, bueno, el bus en general estaba bastante sucio y con un olor repugnante. Pese a que íbamos algo contentillos no fue suficiente para que consiguiéramos conciliar el sueño, y el viaje de 6 horas se hizo eterno. 

Interior del bus de regreso a Cuzco. La imagen no es muy buena, pero
capta la oscuridad que había dentro del vehículo, solamente rota por las
espontaneas luces de los coches que nos cruzábamos.

Llegamos a Cuzco sobre las cuatro de la madrugada y regresamos a nuestro hostal, donde 3 días antes habíamos dejado nuestras mochilas, para pedir alojamiento. A poder ser a mitad de precio, por la hora que era. A pesar de lo avanzada que estaba la noche y el cansancio acumulado, me cuesta bastante dormir. Mañana tenemos que partir hacia el lago Titicaca, la aventura continúa…

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2 comentarios:

  1. Ni el Dakar es tan extremo como ese par de taxistas al borde del precipicio. Somos unos campeones.

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  2. Alucinante!!!!!!!!!!!!!!!!!
    El ministerio de obras publicas y urbanismo ¿.....onde anda ?

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